La selección española parece no tener techo. Después de proclamarse campeona de Europa con el gol de Torres y de un Mundial en el que aunque no se ganó con la misma brillantez, permitió a la Roja estampar una estrella en su zamarra por primera vez en la historia, está sumida en una constante progresión que parece no tener fin. Con un patrón de juego ya asentado y que se perfecciona con cada partido que transcurre, sus jugadores se enfundan la camiseta con un pensamiento distinto al que, no hace muchos años, pasaba por encima de muchos españoles. Ahora, esta gran generación de jugones, que parece no tener fin, sienten la camiseta de España con un sentimiento parecido al que quizá en otro tiempo sentían los franceses cuando jugaban con Zidane, o cuando en los años 70 los brasileños bailaban al son del gran Pelé: ser los mejores del mundo.
Esta nómina de jugadores formada por Xavi, Iniesta, Casillas, Ramos, Villa, Cesc, Torres, Alonso, Mata, Busquets o Cazorla no tiene límites. En primer lugar, por su hambre de títulos, a lo que por desgracia nos están acostumbrando demasiado mal. Algún día, dentro de algunos años, nos acordaremos de todos estos años de triunfos y de bueno juego. Y segundo, porque detrás de todos estos grandes futbolistas, viene otra parrilla del mismo o incluso de mejor nivel. De Gea, Piqué, Thiago o Javi Martínez son sólo algunos de la extensa lista de futbolistas que permitirán que el dominio de la Roja tanto en el viejo continente como en el Mundo siga perdurando durante años.
Y no quiero quedarme sin nombrar a David Silva. Ayer, disfrutando del partido de la selección, me vino a la cabeza aquel verano de 2010 y 2009 en los que pudo haber recalado perfectamente en el Real Madrid. Técnica, regate, velocidad, desborde, pase... un jugador 10, al que, como otros muchos, Florentino dejó escapar por el mero hecho de ser español (o eso se demostró). Entre eso y el criterio de Mourinho, que tampoco veía a Silva de su agrado, fueron los motivos por los que no se le fichó. Hoy, a pesar de que no tiene 25 años, se comporta y se asemeja demasiado al gran Leo Messi. Su juego ayer fue digno solamente de unos pocos elegidos en el planeta fútbol.
Creo que muchos aficionados del Real Madrid, se preguntan una y otra vez porqué dejamos escapar a tantos futbolistas que han nacido bajo el paraguas de nuestro país, para fichar a otros jugadores que quizá aporten mucho menos que ellos. Mata, Negredo, Silva o Villa podían haber funcionado perfectamente en este Real Madrid. Por contra, tuvimos que fichar a Di María por 25, a Benzema por 36, y a Kaka por 60. Por no hablar del gran Coentrao, que llegó tras pagar 30 millones... en fin. El tiempo ha demostrado, tanto con Silva como con Mata, que son jugadores de un elevadísimo nivel, y prueba de ello es que triunfan en la Premier.
En cuanto a 2012, por más que lo intento, no puedo dejar de poner la mirada en Polonia y Ucrania. A pesar de que a muchos les pillara de sorpresa, a mí ya no me sorprende ver sufrir a Portugal y a Francia. Los de Bento siguen muy por detrás del trío formado por Alemania, Holanda y España, mientras que los franceses siguen abonados a los regalos arbitrales para pasar a las fases finales de un campeonato del mundo.
Pero lo mejor de todo esto es que el bombo podría deparar perfectamente, si Portugal logra clasificarse, un grupo formado por España, Alemania, Francia y Portugal. A mí, y supongo que a los jugadores les ocurrirá lo mismo, es algo que me llena de orgullo y satisfacción, pero no de miedo. Eso que lo tengan ellos, que son los que tienen que enfrentarse a la Roja. El aficionado español, que supongo que ya se frota las manos pensando en el magnífico europeo que nos puede deparar este torneo, sueña otra vez como favorita, en que Casillas levante la tercera Eurocopa de la historia de España el 1 de julio en la capital de Ucrania.
No hay comentarios:
Publicar un comentario