Ayer comentaba en este blog que al Madrid le faltaba algo, y ese algo es, para mí la virtud de marcar la diferencia, de ser desiquilibrante, de decidir la victoria de tu equipo en un encuentro que necesita de calidad para que la balanza del partido se incline de un lado o de otro.
Didier Drogba (Costa de Marfil, 1978) es uno de esos jugadores que, para mí, marca la diferencia. El jugador del Chelsea es todo un alarde de potencia, velocidad, remate y gol, mucho gol. Porque contar con él en las filas de tu equipo te garantiza muchos goles, y sobre todo, te asegura ese miedo en los defensas rivales que sólo los grandes jugadores imponen cuando el balón merodea por el área y Drogba está cerca.
He escogido a Drogba porque me gustó mucho el gol (y su forma de celebrarlo simulando una ametralladora) que marcó ayer ante la Juve, el tanto que serviría para dejar el 1-0 definitivo en el marcador; buen resultado éste, pero no lo suficiente para que los jugadores de Hiddink salgan relajados en Delle Alpi. Tanto la ejecución del remate, como el control anterior al disparo de Drogba fueron magníficos, son, como he descrito antes, detalles de crack.
Y ésto es, lo que hoy echa de menos el Madrid, como vimos demostrado anoche en el Bernabeú, en un partido en el que los delanteros merengues quedaron totalmente anulados por el planteamiento del Liverpool.
Van Nistelrooy sí marcaba la diferencia, cómo le echamos de menos...
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